jueves, 12 de agosto de 2010

LITERATURA / BIOGRAFÍAS / Juan Rulfo

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LITERATURA 
BIOGRAFÍAS
PAÍS: MÉXICO
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JUAN RULFO

Se consagró como uno de los más grandes escritores en lengua española, con sólo dos obras: “Pedro Páramo” (novela) y “El llano en llamas” (cuentos).

Nació el 16 de mayo de 1917 en Apulco, una pequeña población perteneciente al municipio de San Gabriel, en el Distrito de Sayula, Jalisco, México. Vivió la niñez entre Apulco y San Gabriel, pero después de las tempranas muertes de su padre Juan Nepomuceno Pérez Rulfo, y de su madre María Vizcaíno Arias, sus familiares lo inscribieron en un internado en la ciudad de Guadalajara, en donde vivió años muy difíciles, que lo marcaron para siempre.


Rulfo creció en el seno de una familia acomodada que perdió sus tierras en la violenta “Revolución Cristera” (1926-1928), un enfrentamiento entre Estado y la Iglesia que le causó una gran impresión y resultó de gran influencia en su obra literaria. Durante sus años de infancia en San Gabriel, tuvo acceso a la biblioteca de un cura, con varios libros de literatura, que influyeron notablemente en su vocación de escritor.


En las décadas de 1930 y 1940 viajó extensamente por el país; trabajó en Guadalajara y en la ciudad de México, y a partir de 1945 comenzó a publicar sus primeros cuentos en dos revistas: América, de la capital, y Pan, de Guadalajara. A mediados de los años cuarenta, inició su relación amorosa con Clara Aparicio, con quien se casó en 1948. (De su noviazgo, queda el testimonio epistolar, publicado después de su fallecimiento, con el título: “Cartas a Clara”).


A mediados de los años “50”, trabajó como guionista cinematográfico, y escribió varios textos de películas tales como: "Paloma herida" (1963) y "El gallo de oro" (1967), film co-escrito con Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez.


En 1962 ocupó el cargo de Director del departamento de publicaciones del Instituto Nacional Indigenista, que desempeñó por dos décadas, en donde se encargó de la edición de una de las colecciones más importantes de antropología de México (casi 200 libros).
En 1970 fue galardonado con el Premio Nacional de las Letras de México, en 1980 ingresó en la Academia Mexicana de la Lengua y en 1983 recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras.


Juan Rulfo murió en Ciudad de México el 7 de enero de 1986, a la edad de 69 años, víctima de cáncer pulmonar, a causa del cigarrillo.

Su obra:

Como queda dicho, Juan Rulfo sólo escribió dos libros; dos obras maestras de la literatura universal, con las que se consagró como uno de los más grandes escritores en lengua española: “El llano en llamas” (cuentos), publicada en 1953; y “Pedro Páramo” (novela), publicada en 1955, de la que el escritor Jorge Luis Borges, dijo: "Pedro Páramo es una de las mejores novelas de las literaturas de lengua hispánica, y aun de toda la literatura".
Ambos libros han sido traducidos a más de treinta idiomas, entre otros: inglés, francés, alemán, italiano, sueco, polaco, noruego, finlandés, árabe, japonés.


En 2003, con motivo de los cincuenta años de la publicación de "El Llano en llamas", apareció "Noticias sobre Juan Rulfo" de Alberto Vital, que se constituye en la biografía más completa dedicada a este escritor mexicano. En 2005, con motivo del 50 aniversario de la aparición de "Pedro Páramo", se publicó "La recepción inicial de Pedro Páramo", de Jorge Zepeda, quien se ha consagrado como uno de los estudiosos más competentes de la obra de Rulfo. En 2008 apareció "Retales", compilación de 17 textos de autores que Rulfo había propuesto a los lectores de la revista "El Cuento" que dirigió su amigo Edmundo Valadés.


En el pasado mes de marzo, 2010, se presentó el libro: "Juan Rulfo: otras miradas" (500 págs.), en el que se reúnen opiniones sobre la obra de Juan Rulfo de famosos autores como: Gabriel García Márquez, Jorge Luis Borges, Susan Sontag, José María Arguedas, Tahar Ben Jelloun, Urs Widmer, y otros.


El escritor peruano José María Arguedas comenta en las páginas del libro Juan Rulfo: otras miradas: “Es más explícito porque ha elevado a la más alta categoría artística el difícil lenguaje del pueblo. Muchos de los relatos de "El llano en llamas" y gran parte de "Pedro Páramo" están escritos en primera persona, y es siempre un campesino quien habla. Esta hazaña de Rulfo es quizá la mayor”.


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LA CADENCIA DE PEDRO PARAMO

"Es la más bella novela que se ha escrito en español"
García Márquez.


Por Juan Revelo (*)

 
Mi primera impresión cuando vi a Juan Rulfo, en medio de una nube de humo de cigarrillo, fue la de estar frente a uno de los personajes de su extraordinaria novela, “Pedro Páramo” que fue publicada en marzo de 1955. Me llamó la atención la inmensa tristeza que reflejaba su rostro y la intensidad de su mirada. También me sorprendió que un escritor famoso, como él, con obras traducidas a más de quince idiomas, fuera una persona tan sencilla, algo tímida, sin ninguna arrogancia, como es común en algunos escritores latinoamericanos de menor rango.


Conocí a Juan Rulfo en Ciudad de México, en el verano de 1979, en la casa del director de la revista “El Cuento”, Edmundo Valadés, quien coordinaba en esa época un taller de narrativa. Yo le había sugerido a Valadés que invitara a algunos escritores, para que compartieran con nosotros sus experiencias, y cuando supe que Rulfo había aceptado ir a la reunión, me llené de gran expectativa y entusiasmo. Sus libros “El llano en llamas” (cuentos) y “Pedro Páramo” (novela), los había leído varias veces y siempre encontraba algo nuevo en ellos: su magistral forma de estructurar las historias, el excelente manejo del ritmo, la cadencia del tiempo, y la originalidad del lenguaje lleno de dramatismo, imágenes y metáforas.


“El día que te fuiste entendí que no te volvería a ver. Ibas teñida de rojo por el sol de la tarde, por el crepúsculo ensangrentado del cielo. Sonreías. Dejabas atrás un pueblo del que muchas veces me dijiste: “Lo quiero por ti, pero lo odio por lo demás”. Pensé: No volverá nunca. No regresará jamás”


Fue una reunión inolvidable, llena de anécdotas contadas por ese hombre frágil y sensible, maestro de la narrativa moderna universal, nacido el 16 de mayo de 1917, en plena Revolución Mexicana, en Apulco, una pequeña población del estado de Jalisco donde asesinaron a su padre, cuando Rulfo tenía tan sólo seis años de edad. Sus recuerdos más hondos eran de ese tiempo, de su orfandad, de su temprana afición a la lectura y de la inesperada muerte de su madre cuatro años después. Recordaba los años difíciles que vivió en el internado de Guadalajara y las vacaciones de fin de año en Sayula, San Gabriel y en el propio Apulco, donde pasaba horas enteras conversando con los campesinos, sobrevivientes de la "Revolución Cristera", en quienes se inspiró para escribir sus libros.


Sus dos obras maestras, revisadas y corregidas varias veces “hasta quedar en lo esencial”, según nos lo subrayó Rulfo esa noche, a manera de recomendación literaria, están impregnadas de la tribulación, el dolor y la soledad experimentada por él después de la muerte de sus padres, pero también están llenas de paisajes, sonidos y silencios de las comunidades que viven en el campo mexicano, muy similares, en la problemática social, a las que experimentan otros pueblos de Latinoamérica.


Una novela genial, pero incomprendida en su época.


"Pedro Páramo" es una novela llena de misterio, tragedia y poesía, donde los muertos les cuentan a los vivos sus historias de amor y desamor, de ausencias y desesperanzas, pero también es una obra con un duro cuestionamiento al Estado y a los terratenientes que abusan de los campesinos. Cuando se publicó, algunos críticos no la entendieron ni en su aspecto literario ni en su mensaje social, y fueron muy duros con Rulfo; pero años después, cuando se tradujo al alemán y al inglés, y fue presentada con gran éxito en la Feria Internacional del Libro de Frankfurt con magníficos comentarios en los más prestigiosos periódicos y revistas de Europa, los críticos, entendieron su ceguera literaria.


La genialidad de Juan Rulfo, radica en haber encontrado una nueva forma de escribir, con un extraordinario manejo del lenguaje y de la evocación de paisajes, sueños y recuerdos, y con un estilo lleno de profundidad sicológica y realismo mágico, nunca antes utilizado por ningún novelista de habla española. Gabriel García Márquez, con motivo del homenaje que se le rindió a Rulfo, al cumplirse 25 años de la publicación de “Pedro Páramo”, escribió lo siguiente: “Pedro Páramo es la novela más bella que se ha escrito desde el nacimiento de la literatura en español. Leerla, significó para mí una conmoción. Tengo la impresión de que su grandeza (su belleza) radica en la transposición poética de la realidad”. Y aunque el Nobel colombiano no reconoció, en ese momento, la influencia de Rulfo en su obra literaria, si admitió que cuando leyó por primera vez esta novela en 1961 (recién llegado a México), encontró por fin el tono con el que debía escribir “Cien años de soledad”.


La influencia de la insuperable técnica narrativa de Rulfo en la obra de García Márquez se nota especialmente en “Cien años de soledad”. El ambiente de realismo mágico que se respira en Macondo, es similar (aunque en otro contexto), al de Comala de "Pedro Páramo". Igualmente es análogo el manejo de algunas cadencias narrativas. Basta citar un aparte de la novela "Pedro Páramo", para darnos cuenta de que la excelente y sutil ambigüedad que utiliza García Márquez en el manejo del tiempo, está inspirada en el estilo de Rulfo. En la mitad de la novela del escritor mexicano, se lee: "El padre Renterín se acordaría muchos años después, de la noche en que la dureza de su cama lo tuvo despierto y luego lo obligó a salir". Y esta cadencia y manejo del tiempo, característico en el lenguaje Rulfiano, es similar al que se lee en el comienzo de "Cien años de soledad".


Un escritor fuera de serie.


Juan Rulfo siempre dio, a quienes lo conocimos personalmente, la impresión de intemporalidad, de misterio, de introspección permanente y de profunda nostalgia. Alguna vez, en una de las reuniones que tuvimos en el café "El Ágora", de la calle Barranca del Muerto de Ciudad de México, alguien le preguntó por qué no había vuelto a escribir. Él, encendiendo un cigarrillo y un tanto incómodo, dijo que esa era la pregunta que más le habían hecho en los últimos veinticinco años y que, en realidad, no sabía qué responder.


En ese momento nadie supo si esto que dijo, era verdad o no, pero pocos días después de esta reunión, y tres años antes de su muerte, un periodista en Buenos Aires le hizo la misma pregunta y él contestó: "Carezco del tiempo suficiente que demanda la realización de una obra".


Lo que ahora se comenta es que su prolongado silencio (desde 1955 hasta su muerte en 1986) se debió a dos motivos: primero, a que se vio forzado a trabajar en otras actividades, porque los ingresos que recibía por la venta de sus libros no le alcanzaban para subsistir; y segundo, porque era un perfeccionista en el manejo del estilo y la palabra, y lo que escribió después de sus dos únicos libros: "Pedro Páramo" y "El llano en llamas", no le pareció que superara a estas espléndidas obras.


Susan Sontag, explicaba el silencio de Rulfo en una forma diferente. En su libro "Estilos Radicales" dice: "Una de las claves por las que el artista se libera de la necesidad de practicar su vocación procede del hecho de observar a sus colegas y compararse con ellos. Sólo puede tomar una decisión ejemplar cuando ha demostrado que tiene genio y que lo ha sabido ejercer. Una vez que supera a sus camaradas, ya no tiene a dónde ir".


Tal vez Sontag tenía razón, quizá Rulfo se dio cuenta de que no necesitaba ir más allá; que no necesitaba escribir nada más; que era preferible la calidad a la cantidad; la mesura estética a la proliferación verbal. Y esto quedó demostrado con sus dos libros, cortos en número de páginas pero magistrales en su riqueza literaria; leídos y estudiados en cinco continentes, con ediciones en todos los idiomas del mundo incluyendo el mandarín de China, el árabe, y el hindi de India, que superan varios millones de ejemplares de cada libro, y que lo consagran como el padre de la nueva narrativa latinoamericana, uno de los mejores escritores clásicos universales del siglo XX.
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Tomado de EL COLOMBIANO.COM. 

http://www.elcolombiano.com/BancoConocimiento/G/g_aniversario_marzo6/g_aniversario_marzo6.asp

Autor: Juan Revelo
Profesión: Periodista, poeta y escritor colombiano.
Vivió quince años en México, a donde llegó como funcionario de la Unesco y en donde fue alumno de Juan Rulfo y Octavio Paz. Ha ganado varios premios literarios en narrativa, poesía y ensayo. Conferencista en varias universidades iberoamericanas, Jurado de concursos literarios y Promotor cultural. Ha escrito en "El Colombiano" de Medellín, "Vanguardia liberal" de Bucaramanga, "El Espectador" de Bogotá, "El País" de Cali y en "El Excelsior" de México. Dirige los talleres literarios "Juan Rulfo" de narrativa, y "Octavio Paz" de Poesía. Es miembro del PEN Club de Colombia.

El Colombiano.com. Revista cultural GENERACION. Medellín, Colombia.

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LITERATURA

Género. Cuento
Fragmentos de la obra

AUTOR: JUAN RULFO

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LUVINA

(Fragmento)

De los cerros altos del sur, el de Luvina es el más alto y el más pedregoso. Está plagado de esa piedra gris con la que hacen la cal, pero en Luvina no hacen cal con ella ni le sacan ningún provecho. Allí la llaman piedra cruda, y la loma que sube hacia Luvina la nombran Cuesta de la Piedra Cruda. El aire y el sol se han encargado de desmenuzarla, de modo que la tierra de por allí es blanca y brillante como si estuviera rociada siempre por el rocío del amanecer; aunque esto es un puro decir, porque en Luvina los días son tan fríos como las noches y el rocío se cuaja en el cielo antes que llegue a caer sobre la tierra.

Y la tierra es empinada. Se desgaja por todos lados en barrancas hondas, de un fondo que se pierde de tan lejano. Dicen los de Luvina que de aquellas barrancas suben los sueños; pero yo lo único que vi subir fue el viento, en tremolina, como si allá abajo lo hubieran encañonado en tubos de carrizo. Un viento que no deja crecer ni a las dulcamaras: esas plantitas tristes que apenas si pueden vivir un poco untadas en la tierra, agarradas con todas sus manos al despeñadero de los montes. Sólo a veces, allí donde hay un poco de sombra, escondido entre las piedras, florece el chicalote con sus amapolas blancas. Pero el chicalote pronto se marchita. Entonces uno lo oye rasguñando el aire con sus ramas espinosas, haciendo un ruido como el de un cuchillo sobre una piedra de afilar.

-Ya mirará usted ese viento que sopla sobre Luvina. Es pardo. Dicen que porque arrastra arena de volcán; pero lo cierto es que es un aire negro. Ya lo verá usted. Se planta en Luvina prendiéndose de las cosas como si las mordiera. Y sobran días en que se lleva el techo de las casas como si se llevara un sombrero de petate, dejando los paredones lisos, descobijados. Luego rasca como si tuviera uñas: uno lo oye mañana y tarde, hora tras hora, sin descanso, raspando las paredes, arrancando tecatas de tierra, escarbando con su pala picuda por debajo de las puertas, hasta sentirlo bullir dentro de uno como si se pusiera a remover los goznes de nuestros mismos huesos. Ya lo verá usted.

El hombre aquel que hablaba se quedó callado un rato, mirando hacia afuera. Hasta ellos llegaba el sonido del río pasando sus crecidas aguas por las ramas de los camichines, el rumor del aire moviendo suavemente las hojas de los almendros, y los gritos de los niños jugando en el pequeño espacio iluminado por la luz que salía de la tienda.

Los comejenes entraban y rebotaban contra la lámpara de petróleo, cayendo al suelo con las alas chamuscadas. Y afuera seguía avanzando la noche.
-¡Oye, Camilo, mándanos otras dos cervezas más! -volvió a decir el hombre. Después añadió: 
-Otra cosa, señor. Nunca verá usted un cielo azul en Luvina. Allí todo el horizonte está desteñido; nublado siempre por una mancha caliginosa que no se borra nunca. Todo el lomerío pelón, sin un árbol, sin una cosa verde para descansar los ojos; todo envuelto en el calín ceniciento. Usted verá eso: aquellos cerros apagados como si estuvieran muertos y a Luvina en el más alto, coronándolo con su blanco caserío como si fuera una corona de muerto...


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2 comentarios:

  1. BIEN POR ESTA RESEÑA BIOGRAFICA DEL AUTOR MEXICANO QUE HA DADO AL MUNDO UNA IMAGEN EXACTA DE LO ERA EL MEXICO POTSREVOLUCIONARIO CON SUS MARAVILLOSOS CUENTOS QUE NUNCA PASARAN DE MODA. HOMBRE DE POCAS PALABRAS Y POCAS OBRAS ES YA CONSIDERADO UNO DE LOS GRANDES DE LA LITERATURA UNIVERSAL

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  2. Excelente este blog. El mini ensayo o crónica de Juan Revelo sobre Rulfo me pareció genial.

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